Y entonces llegó el dinero…
Escrito por Inigo Urdinaga, Publicado en Cultura surf, Historia surf, Surf a la venta
Hasta 1975, nadie vivía de hacer surf. Nadie, ni un solo surfer en todo el mundo.
Las hoy multinacionales del surf eran solo pequeñas empresas que empezaban (Quiksilver y Rip Curl en 1969, Billabong en 1973), y el surf era muy minoritario en prácticamente todo el planeta.
En el mundillo surfero «había un fuerte sentimiento anti-comercial como consecuencia de la contracultura de finales de los 60». Las palabras son del famoso surfer de la época, Shaun Tomson: «La comercialización y los campeonatos solo podían corromper una actividad pura como el surf. Esa era al menos la opinión de la mayoría de las revistas de surf».
Hoy puede parecer increíble, pero en palabras de Wayne «Rabbit» Bartholomew –otro de los surfers más destacados de la época, el mismo que aparece en la foto mordiendo el cheque– «en California el surf de competición estaba muerto y enterrado. (…) Se consideraba vulgar y nada cool».
Sin embargo, el surf empezaba a dar muestras de convertirse en una importante fuente de dinero. Cada vez habías mas surfers y tiendas de surf (en California, Australia, etc); los campeonatos de surf más prestigiosos empezaron a dar premios en metálico; y algunos surfers –como los dos que hemos citado– soñaron con convertir su afición en oficio.
Shaun Tomson: «en 1975 se produjó un gran cambio, toda una revolución en el surf. Fuímos la primera generación que soñó con ganarse la vida haciendo surf. (…) En 1976, surfeamos catorce eventos en cinco países comenzando a convertir en realidad nuestro sueño».
Y entonces llegó el dinero… y cambió el surf de arriba abajo en muy poco tiempo: campeonatos y más campeonatos, premios en metálico, patrocinadores, ránkings, profesionales, surfers que querían serlo, ganadores y perdedores, el circuito o circo mundial de surf, etc, etc, etc.
El surf jamás volvería a ser lo mismo.
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Fuentes
. TOMSON, Shaun. (2011). Surfer´s Code: 12 Simple Lessons for Riding Through Life. Gibbs Smith.
. BARTHOLOMEW, Wayne; BAKER, Tim. (1996). Bustin´Down the Door. Harper Collins Publishers.
. WARSHAW, Matt. (2010). History of Surfing. Chronicle Books.
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Hola Iñigo!
Entiendo y comparto el malestar que en determinados momentos manifiestan quienes han presenciado la evolución del surf en los últimos tiempos. Supongo que es algo contra lo que no se puede luchar, nos guste o no la realidad es la que es. Yo que en realidad soy casi un recién llegado también he notado que poco o nada tiene que ver el aspecto de una playa hoy con la de hace 15 años. Me imagino que esto en mayor o menor medida sucede en otros ámbitos de la vida, yo el día que vi una camiseta de Sid Vicious en el Zara me dio un bajón terrible…jeje
En todo caso con mas o menos esencia que no nos quiten las olas.
Saludos y buen finde!
Fran, no estoy de acuerdo en que es «algo contra lo que no se puede luchar». Pero si hasta algunos ayuntamientos han tomado algunas medidas reguladoras: números de escuelas de surf en el municipio, cantidad de alumnos por hora, etc. Y eso no es nada de lo que se podría hacer.
Y no solo hablo de leyes o de regularizaciones. ¿Tener una escuela de surf está bien visto? ¿Llevar grupos de alumnos a «otras» playas? ¿Publicar fotos de cualquier ola? ¿Promocionar lugares? ¿Fomentar el turismo ligado al surf? Etc, etc, etc.
Creo que se ha visto demostrado que el «mercado libre», sin ninguna regularización y sin ninguna visión responsable o sostenible nos lleva al descalabro.
Tú aprovecha ahora, porque creo que en Galicia estáis en una de las últimas áreas no totalmente masificadas de toda Europa (me refiero en general, claro)…
Saludos!
Supongo que el titulo del post es de lo mas explicativo. Recuerdo que cuando me inicie los porcentajes en el agua eran lo contrario a los de hoy, por lo general había un 85% de gente veterana y el resto nos iniciábamos. Ahora curiosamente (al menos en ciertas playas) los habituales nos vemos sobrepasados (y de que manera…) por grupos de escuelas y demás. Yo de unos años a esta parte me escapo y trato de disfrutar con los dos o tres colegas de siempre, a veces le metes kilómetros y otras renuncias a mejores olas pero a cierta soledad. No me quejo, por aquí tenemos buenas playas y solo es cuestión de moverse un poco. Lo de las nuevas tecnologías pues si es cierto (como también apunta Eloy) que también juega su papel.
Venga, feliz semana y buenas olas!
Un saludo a los dos, aunque no os conozco personalmente intuyo que los tres somos de la misma generación y rondamos los 50, poco arriba o poco abajo. Creo que toda esta preocupación por la masificación y la prostitución del surf va a morir con nosotros. Cuando uno habla con los jóvenes se da cuenta de que para ellos esos problemas no existen, entra dentro de la normalidad, han crecido con ellos.
Los jóvenes se meten en picos masificados y parece que disfrutan de ello, quedan con 10 colegas por WhatsApp para meterse todos a la vez, publican en Instagram fotos del «secret spot» y alguno en los comentarios acaba dando demasiadas pistas…Y nosotros lo vemos absurdo.
Nuestro mundo ya no existe, sólo en los recuerdos. Esta muriendo con nosotros.
Vamos a disfrutar de lo que nos queda.
Me gustan vuestros blogs. Seguid dándole.
Me ha sacado una buena sonrisa tu comentario, Eloy.
Gracias por escribir aquí.
Creo que lo que dices es así, y no tan así.
Que están acostumbrados a surfear con más gente está claro, pero el problema existe, vaya que si existe, porque todos queremos coger más olas.
Conozco a chavales que a los veinte o por ahí han espabilado y empiezan a matarlas callando.
Y nuestro mundo sigue existiendo, todas las visiones conviven, chocan, interectuan, aprenden entre ellas…
No pierdo del todo la esperanza.
Y, por supuesto, a seguir disfrutando todo lo que se pueda.