Este libro tan difícil de clasificar como fácil de gozar se pregunta: "¿Estamos cada vez más lejos o más cerca del paraíso?…". Todos somos surfistas en busca del paraíso.
Opiniones
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¡Gracias!
Recuerdo, donde recuerdo que mis primeros contactos con el surf fueron en las orilleras de la playa de Arguineguin (Gran canaria), corría el año 84, vamos era un moco, pero ya mis padres sabían que no había peligro en que el moco andará saltando entre olas y olas…el bodysurfing quizás fue lo que metió el veneno del Sabiron en mi cuerpo, porque así como no recuerdo muchas otros momentos de mi infancia, estar saltando olas y olas, que para mi eran enormes, fue el comienzo de mi idilio con el mar; Esperaba con ansiedad el fin de semana cuando mis padres me llevaban a la playa, con el paipo o con la tablita de corcho que más tarde tuve…de ahí a la actualidad han pasado muchos temporales ya.
Hace poco recibí la llamada de Andoni y me dijo: mi hermano ha traducido su libro, tienes que leerlo, estoy convencido que te va a gustar pero yo no puedo ser imparcial; Así que me puse a leer y leer sin parar, es un libro adictivo, porque te lleva a tus orígenes, a los orígenes del surf, todos aquellos que hemos crecido con la tabla bajo el brazo en épocas en que el surfing como describe el autor eran diferentes tenemos vivencias similares aunque nuestra ubicación diste cientos de kilómetros, me ha recordado los veranos interminables bajando y subiendo a la playa en bicicleta, varias veces al día, a ver si el levante había cuajado, durante una década viví en el mediterráneo y eso si que es estar envenenado, casi no vale con pisar fuerte para que el veneno se disipe, vives mirando un mar que en cuanto empieza a soltar borregos es porque quizás puede haber una ola y corres a la playa, muchas veces para encontrarte con todo el rebaño sentado en el muro, gracias a dios no el putomuro de Orio, y comienzas a desvariar con ellos hasta que alguno dice…”Pues yo voy para el agua” y todos vamos detrás haciendo aspavientos y balando.
En él, aun con la experiencia que acumulo, he descubierto algunos datos históricos de nuestra cultura que desconocía y que incluso me hacen comprender mejor la esencia del mismo surfing, porque aunque hoy en día marcas, empresas y redes sociales han mediatizado nuestra cultura, ser surfista es más que ir cargado de varias etiquetas y una furgo llena de pegatas.
Durante muchos años el surf fue amistad, el puro espíritu Aloha, ibas a sitios increíbles y todo el mundo el que mas o el que menos era amable, siempre hay alguna oveja negra pero en esencia en aquellos años todos nos conocíamos y había muchas risas en el agua.
Como bien describe Iñigo, el progreso de unos es el sufrimiento de otros, dentro de las páginas de su libro podemos encontrar reflexiones que hacer propias e interiorizar cuando viajemos por todas aquellas olas que soñamos conocer, con el fin último de sumar en vez de continuar con la tendencia Dora. Y es que es genial surfear olas world class pero nosotros vamos un día, los que allí viven pasan días y mas días sufriendo.
En pocas palabras un libro interesante de leer, con mucho fundamento como diría algún paisano, y que no aburre sino que te mantiene interesado hasta el final, te lleva a bucear en tu propia identidad encontrando aquellos momentos divertidos, aquellos días de piel salitrosa que todos soñamos con mantener toda nuestra vida, tiene algunos capítulos titulados Torbellinos que a mí en especial me han encantado. Recomiendo a todos su lectura.
Zorionak Iñigo, Zorte on eta olatu onak.
No obstante, pese a no amar el surf, como si de el veneno del sabiron se tratase. Ese que penetra y recorre por las venas. He de decir, que me he sumergido en ese liquido segregado por Iñigo, y me ha envuelto en ese mar salado y azul de palabras, dejándome fluir a través de sus vivencias e historias!. Resultándome atractivo y haciéndome que a parte de leer, pueda reflexionar, recrear mi paraíso, conectar mas con el yo, hacer mis propias hipótesis etc.
Un libro, en el que a través del surf, nos hace conocedores de la historia del mismo, viendo y viviendo el desastre que genera el blanco, tras las ganas de la conquista, del ansia intentando hacernos parte de esos peces muertos nadando a su corriente.
Un libro suave, terso, fácil de mascar, y exquisito al ingerir como la salbera.
Iñigo, simplemente decirte que no soy surfista pero tu libro me ha gustado, me ha sido muy ameno y ahora sé mucho más sobre el surf y los surfistas. Felicidades!
Muchas gracias. He disfrutado mucho leyendo su libro. Somos de la misma generación y hemos vivido la misma decadencia. Espero que le vengan más recuerdos a la cabeza para una segunda parte. Viva Dora, muera Gidget.
Recuerdo, donde recuerdo que mis primeros contactos con el surf fueron en las orilleras de la playa de Arguineguin (Gran canaria), corría el año 84, vamos era un moco, pero ya mis padres sabían que no había peligro en que el moco andará saltando entre olas y olas…el bodysurfing quizás fue lo que metió el veneno del Sabiron en mi cuerpo, porque así como no recuerdo muchas otros momentos de mi infancia, estar saltando olas y olas, que para mi eran enormes, fue el comienzo de mi idilio con el mar; Esperaba con ansiedad el fin de semana cuando mis padres me llevaban a la playa, con el paipo o con la tablita de corcho que más tarde tuve…de ahí a la actualidad han pasado muchos temporales ya.
Hace poco recibí la llamada de Andoni y me dijo: mi hermano ha traducido su libro, tienes que leerlo, estoy convencido que te va a gustar pero yo no puedo ser imparcial; Así que me puse a leer y leer sin parar, es un libro adictivo, porque te lleva a tus orígenes, a los orígenes del surf, todos aquellos que hemos crecido con la tabla bajo el brazo en épocas en que el surfing como describe el autor eran diferentes tenemos vivencias similares aunque nuestra ubicación diste cientos de kilómetros, me ha recordado los veranos interminables bajando y subiendo a la playa en bicicleta, varias veces al día, a ver si el levante había cuajado, durante una década viví en el mediterráneo y eso si que es estar envenenado, casi no vale con pisar fuerte para que el veneno se disipe, vives mirando un mar que en cuanto empieza a soltar borregos es porque quizás puede haber una ola y corres a la playa, muchas veces para encontrarte con todo el rebaño sentado en el muro, gracias a dios no el putomuro de Orio, y comienzas a desvariar con ellos hasta que alguno dice…”Pues yo voy para el agua” y todos vamos detrás haciendo aspavientos y balando.
En él, aun con la experiencia que acumulo, he descubierto algunos datos históricos de nuestra cultura que desconocía y que incluso me hacen comprender mejor la esencia del mismo surfing, porque aunque hoy en día marcas, empresas y redes sociales han mediatizado nuestra cultura, ser surfista es más que ir cargado de varias etiquetas y una furgo llena de pegatas.
Durante muchos años el surf fue amistad, el puro espíritu Aloha, ibas a sitios increíbles y todo el mundo el que mas o el que menos era amable, siempre hay alguna oveja negra pero en esencia en aquellos años todos nos conocíamos y había muchas risas en el agua.
Como bien describe Iñigo, el progreso de unos es el sufrimiento de otros, dentro de las páginas de su libro podemos encontrar reflexiones que hacer propias e interiorizar cuando viajemos por todas aquellas olas que soñamos conocer, con el fin último de sumar en vez de continuar con la tendencia Dora. Y es que es genial surfear olas world class pero nosotros vamos un día, los que allí viven pasan días y mas días sufriendo.
En pocas palabras un libro interesante de leer, con mucho fundamento como diría algún paisano, y que no aburre sino que te mantiene interesado hasta el final, te lleva a bucear en tu propia identidad encontrando aquellos momentos divertidos, aquellos días de piel salitrosa que todos soñamos con mantener toda nuestra vida, tiene algunos capítulos titulados Torbellinos que a mí en especial me han encantado. Recomiendo a todos su lectura.
Zorionak Iñigo, Zorte on eta olatu onak.
No obstante, pese a no amar el surf, como si de el veneno del sabiron se tratase. Ese que penetra y recorre por las venas. He de decir, que me he sumergido en ese liquido segregado por Iñigo, y me ha envuelto en ese mar salado y azul de palabras, dejándome fluir a través de sus vivencias e historias!. Resultándome atractivo y haciéndome que a parte de leer, pueda reflexionar, recrear mi paraíso, conectar mas con el yo, hacer mis propias hipótesis etc.
Un libro, en el que a través del surf, nos hace conocedores de la historia del mismo, viendo y viviendo el desastre que genera el blanco, tras las ganas de la conquista, del ansia intentando hacernos parte de esos peces muertos nadando a su corriente.
Un libro suave, terso, fácil de mascar, y exquisito al ingerir como la salbera.
Iñigo, simplemente decirte que no soy surfista pero tu libro me ha gustado, me ha sido muy ameno y ahora sé mucho más sobre el surf y los surfistas. Felicidades!
Muchas gracias. He disfrutado mucho leyendo su libro. Somos de la misma generación y hemos vivido la misma decadencia. Espero que le vengan más recuerdos a la cabeza para una segunda parte. Viva Dora, muera Gidget.
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