Una historia resumida
Escrito por Inigo Urdinaga, Publicado en Cultura surf
Mi libro comienza con Nat Young en 1966.
Joven de diecinueve años, surfea con tablas más cortas y ligeras recién inventadas, consigue ser campeón del mundo, y deja la competición para marcharse a vivir a una comuna hippy en Byron Bay.
Los pocos surfers que había se hacían allí sus cabañas y sus tablas, vivían en armonía con la naturaleza, sin televisión ni teléfono, y gozaban las olas bajo el dulce efecto de la marihuana. Eso era el surf.
A los pocos años, Nat abrió una tienda de surf, comenzó a dar clases de surf, publicó una guía de surf, grabó vídeos de surf… Hizo de todo para tratar de vivir de su afición. Y no fue para nada el único.
El mundo acabó descubriendo la belleza del surf, y el mundo del surf su poder comercial. Nat trabajó como modelo para una famosa marca de ropa.
No conforme con eso, ahora aspiraba a conseguir del surf todo el dinero que le fuera posible. Puso casas vacacionales en Angourie, trabajó para una conocida marca surfera, participó en más películas y vídeos, puso un apartamento de lujo en alquiler en el Surfers Paradise… Ya está, se acabó. «Tengo el dinero suficiente para hacer lo que me dé la gana, y es lo que voy a hacer».
Pero cuando parecía que ya todo había terminado… Por decirlo brevemente y sin tapujos, le rompieron la cara… En su playa local, un jueves cualquiera de marzo del 2000, cuando tenía cincuenta y dos años. Era uno de los surfistas más famosos del planeta, aquella noticia corrió como la pólvora, y la fotografía dolía con solo mirarla un segundo. Se acabó el mito.
Puede decirse que la historia de Nat Young es, en realidad, la historia del surf moderno.
Y esas dos fotos suyas -la de arriba del todo y esta de debajo- ilustran bien el aspecto que tenía el surf en 1968, y el que tenía en el 2000.