Dos surfistas vizcaínos de surfari por Marruecos en furgoneta, y habla el de familia adinerada, Eder:

– Pues eso mismo, fluir, deslizarse. Coger olas es eso, puro deslizamiento, glisse en francés, placer en castellano. Dicen que en Hawaii era deporte de reyes, pero eso es una patraña romántica; en Hawaii cogía olas todo dios porque coger olas es cojonudo, además de muy sano.

Sin duda, leía las revistas que tenía en casa.

– A Europa llegó gracias a Hollywood, que mira tú si ésos saben de placer. Y no llegó a cualquier lado, sino a Biarritz, un lugar donde los ricos pasábamos el verano follando y apostando… fluir, deslizarse, la glisse, el placer…

El protagonista, Eder, se equivoca en un extremo, porque el surf llegó a Europa primero a Inglaterra, pero eso es lo de menos. Ese fragmento tiene fuerza, y no solo por el lenguaje vivaz con el que nos tiene acostumbrados Willy Uribe, sino porque va al meollo del asunto.

Eso de que el surf «en Hawaii era deporte de reyes» es un cuento, «una patraña romántica», en la que cayó incluso el mismísimo Jack London, quien escribió que el surf era “un deporte real para los reyes naturales de la tierra”. Ahí es nada.

Sin embargo, la esencia del surf, lo fundamental, está en el placer de deslizarse. La clave, lo que engancha, es el placer, nada más y nada menos que el placer. Esa es la esencia del surf, y después vienen el resto de elementos que le tratan o tratamos de adherir…

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