Un amigo australiano me envía esa foto de hace pocos días en Snapper Rocks, en la que se ve a Occhilupo pegando una buena saltada a otro surfista… (La han publicado en swellnet.com, y la foto es de Jon Wright).

«Pufff… It´s Occy, you know…», es una expresión que he oído bastantes veces. Y no hace demasiado que se publicaron otras fotos suyas de ese tipo.

Siempre he pensado que Occhilupo es en Australia algo así como Maradona en Argentina. Alguien que podría estampar su coche contra un escaparate, hacer algo insólito o ridículo bajo los efectos de cualquier droga, y que todo quisqui lo «entendería» y hasta se lo perdonaría con una sonrisita. «Es que es Occy, tío». «Ya sabes…».

Mark Occhilupo fue uno de los surfistas más queridos de todos los tiempos. Creo que no es una afirmación exagerada.

Un tío pequeño, con nariz de periquito y un tanto desaliñado, que surfeaba con un estilo muy personal y único (su backside en Jeffreys es parte de la historia). Un tío easy going, un poco personaje, diferente y muy buena gente. Se hizo querer por el público desde muy joven.

Luego tuvo sus problemas con las drogas. Dejó los campeonatos, engordó hasta los 111 kilos, cayó en una fuerte depresión… Y volvió. Y llegó a ser campeón del mundo, en 1999, a sus 33 años.

Ese renacimiento épico lo hizo más querido aún si cabe. Aquí siempre ha sido muy querido, y él también ama Mundaka, la ola y sus gentes.

He tenido la «suerte» de coincidir con él en el agua en unas cuatro ocasiones. La última vez, hace dos años en Australia, le vi pegar una saltada muy descarada de las que hacen daño, la cual fue muy comentada en el parking durante todo el día. «It´s Occy, man…».

La gente le habla casi como a otro más, y él responde de tú a tú. Es un tío cero estirado, sin ápice de postureo. Y es muy buena gente, aunque a veces le pueda la tentación… Sabe que es un icono, historia viva del surf, y le echa un poco de jeta. Ya está.

Además, seamos sinceros, parece que con la edad, para poder coger olas buenas, a medida que vamos perdiendo la forma, se va haciendo necesario perder también las formas…