Eran fotomontajes preciosos. En la parte superior siempre ponían un surfista en acción, mientras que en la inferior mostraban escenas extrañas, incluso misteriosas. En blanco y negro resultaban aún más surrealistas.

En el anuncio que más me gustó podía verse a un tío montando en bicicleta sobre el fondo marino, entre cruces que llevaban inscritos nombres de escritores y artistas como Jack Kerouac o Allen Ginsberg.

Bautizaron la campaña con el nombre Dopamina. A mi aquella palabra me sonaba a “doping” y “adrenalina”, y concluí que harían referencia a los chutes de sensaciones que nos dan el surf y la creatividad.

La marca lanzó después un inusual vídeo (2008) en el que se pueden apreciar los líos en los que se metieron para hacer esas fotos submarinas. Obviamente no habían sido realizadas bajo las olas, pero las habían hecho en la mar… ¡Hicieron instalaciones artísticas bajo las aguas de Bali!

El autor de aquella locura fue Dustin Humphrey. Y algo tenía aquella marca desconocida. No todas las marcas de surf eran puro Gidget.

Según el texto del vídeo, la dopamina es un neurotransmisor de euforia: cuando alguien nos atrae, por ejemplo, nuestro cerebro libera dopamina, y vivimos una sensación similar cuando disfrutamos del sexo, la música o el surf.

Dopamina, adrenalina, endorfina… El surf es una mina de sensaciones. En principio, sana, por lo menos hasta que se convierte en chute cuasidiario imprescindible.

 

 

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