Un surfista en busca del paraíso, libro de Iñigo Urdinaga

Este libro tan difícil de clasificar como fácil de gozar se pregunta: "¿Estamos cada vez más lejos o más cerca del paraíso?…". Todos somos surfistas en busca del paraíso.

domingo

10

mayo 2020

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Normalidad peligrosa

Escrito por , Publicado en Cultura surf, Fuera del libro

Igual no tiene nada que ver con mi libro. Igual algo sí. Hay un tema de actualidad surfera que apenas lo he visto citado de refilón en algunos comentarios de blogs y al que creo deberíamos prestar atención.

Voy a ir al grano: no me está gustando nada que nos hagan pasar por normal la clasificación de surfistas en «no federados», federados y profesionales.

Que conste que llevo más de veinte años federado de manera ininterrumpida, y que las medidas de desconfinamiento no me han beneficiado ni perjudicado especialmente. Mi reflexión va más allá de cualquier interés puramente egoísta.

Puedo entender que en algunos deportes, a la hora de planificar la desescalada, den cierta prioridad a los profesionales y a los federados, especialmente en los deportes colectivos y de contacto como el fútbol, el baloncesto, etc. Pero en el surf…

Aún aceptando que el surf es un deporte (o que también es deporte), resulta evidente que la competición en el surf es algo impostado y añadido a posteriori. En el fútbol tienes que meterle gol a alguien, pero eso de tener que surfear «mejor» que otro surfista (y además, en veinte minutos  y bajo criterios subjetivos) digamos llanamente que no es esencial al surf.

El número de surfistas que eligen competir siempre ha sido ínfimo. Según el gran historiador y erudito surfero Matt Warshaw, menos del 2% de todos los surfistas han participado regularmente en campeonatos (en cualquier momento de los últimos cincuenta años). Las audiencias de los campeonatos son muy bajas (tanto presencialmente como on line) y lo más importante del surf (casi) siempre sucede muy lejos del ámbito competitivo.

Sumemos a eso que los surfistas «no federados» superan cuantitativamente en mucho a los federados. Calculan que en el territorio español hay unos 45.000 surfistas federados, mientras que los «no federados» ascienden a más de 300.000. No sé cómo calculan eso ni a quién consideran surfista, pero la diferencia cuantitativa entre unos y otros es enorme, y no nos coge por sorpresa.

Además, en una actividad donde el recurso fundamental es limitado (sí, las olas decentes para surfear son un recurso natural limitado), y donde existe un problema notorio de masificación, no es de extrañar que muchos surfistas consideren inaceptable otorgar privilegios precisamente a los «profesionales» que viven de explotar ese recurso (muchos de ellos abriendo escuelas, generando más surfistas, etc).

Por todo ello, normalizar en el surf diferentes clases o niveles legales me parece equivocado, totalmente alejado de la realidad y peligroso cara al futuro.

En el agua siempre habrá jerarquías, no nos engañemos. Como bien describe William Finnegan en Años salvajes: «El contrato social que rige las relaciones entre los surfistas es un documento muy complejo. Los términos se reescriben cada vez que te metes remando en el agua. En los picos llenos de gente, cuando tienes que competir por las olas con una muchedumbre de extraños, el talento, la agresividad, el conocimiento de las condiciones locales y la reputación local (si la tienes) contribuyen a definir una especie de jerarquía».

Sin embargo, una cosa es que existan jerarquías más o menos claras en el pico, y otra cosa muy distinta es que desde despachos oficiales se establezca por ley una clasificación jerárquica muy definida («no federados», federados y profesionales) asignando a cada uno de esos niveles derechos diferentes.

Eso supone institucionalizar, oficializar, dar carta de normalidad a una división que a mí por lo menos me huele a clasismo.

Creo que no le estamos dando demasiada importancia al tema, sencillamente porque estos días no hay olas; pero aceptar esos criterios clasistas (o como queráis llamarlos) puede traer serios problemas en el futuro.

Imaginemos que algún día ojalá lejano, algunos iluminados deciden –quién sabe, quizá son ejemplos descabellados– que los surfistas «no federados» no puedan surfear (es decir, que todo el mundo tenga que estar obligatoriamente federado); o que los federados tengan un día solo para ellos o prioridad en algunos lugares; o que los «profesionales» tengan sus zonas o días concretos para entrenar; o vete tú a saber qué otra medida…

¿Es esa la dirección en la que queremos ir?… ¿No es peligroso dar por buenas esas clasificaciones?…

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